Día tras día va adquiriendo una creciente importancia el denominado «turismo de negocios». Buena prueba de ello es que a lo largo del año 2011 está previsto llegar al centenar de palacios de congresos y asimilables (hoteles pensados específicamente para este tipo de turismo), tanto de titularidad pública como privada. Por otra parte, el número de congresos, convenciones y eventos en general no se incrementa en la misma proporción que el número de palacios y similares. Esto significa ni más ni menos que tener que repartir el mismo mercado entre un mayor número de palacios.
Este «boom» de palacios de congresos y similares se ha producido, en la mayoría de los casos, de forma desordenada y descontrolada, construyendo palacios poco funcionales para la celebración de congresos, sin tener en cuenta la infraestructura hotelera de la zona o sin prever la existencia o no de la «masa crítica» necesaria de prescriptores y «opinion leaders» (que provienen básicamente de la sociedad civil, hospitales y universidad de una determinada zona). Esta problemática se ha llevado al extremo en bastantes palacios de titularidad pública o semipública.
Visto esto, únicamente los palacios y, por extensión, los destinos que trabajen su comercialización de forma sistemática, científica y a medio y largo plazo (además de ser destinos atractivos y que cumplan un mínimo de requisitos) tendrán la garantía de mantener o incrementar su nivel de actividad y ocupación a pesar de este notable incremento de la competencia.